Hoy es uno de los pocos días que no trabajo. Acababa de despertarme y estaba remoloneando en la cama cuando he recibido una llamada.
Era un número privado, pero yo ya sabía quienes eran, de la protectora donde llevé un gatito que recogí en la calle con el rabito infectado, y al que tuvieron que amputárselo.
He descolgado contenta, pensando que ya estaría recuperado y tendría que ponerme en marcha para buscarle un hogar.
Cuál ha sido mi sorpresa cuando NO me han dado la noticia que esperaba, pues el gatito había muerto. La infección era ya tan grave, que con la inmunodepresión que supone una anestesia, algún virus ha podido con él. Y se ha puesto tan malito que han tenido que sacrificarlo.
Ha sido como un jarro de agua fría, hasta las legañas se me han quitado de la hostia que me han dado. Yo solo quería que no muriera en la calle por la infección del rabito, pero me siento como si lo único que hubiera conseguido fuera acelerar su muerte.
He necesitado hablar con varias personas para desahogarme, pero siento un nudo en la garganta que no consigo quitarme.
Después de eso, me he puesto a mirar el correo y me encuentro con que
Mary y
Biscayenne me felicitan por ser finalista en el concurso de postres de
Tito. Gracias chicas por transmitirme esta alegría, y gracias Tito por confiar en mi receta
Muerte por chocolate y hacerla doblemente finalista, tanto en el apartado de receta como en el de fotografía.
Estoy muy muy contenta, gracias a esta última noticia, pero el nudo sigue en mi garganta.
Sólo espero que el gatito, tuviera una muerte tan dulce como este postre.